Un problema particularmente agudo es el de los adolescentes e incluso niños, que ingieren bebidas alcohólicas. Sabemos que el alcohol causa grandes daños al organismo y particularmente al cerebro. En años recientes ha surgido evidencia de que en el caso de los adolescentes, cuyo cerebro aún está en desarrollo, este daño es particularmente severo.
Daños causados por el alcohol
Antes de detallar los daños particulares en el caso de los adolescentes, veamos en términos generales varios de los daños al organismo causados por el consumo de alcohol.
Cuando una persona ingiere una bebida alcohólica, el alcohol es absorbido rápidamente por el estómago y por los intestinos. A través de la sangre el alcohol viaja a través del cuerpo afectando casi todos los órganos.
El alcohol tiende a deprimir las funciones del sistema nervioso central el cual está formado por el cerebro y el cordón espinal, afectando sus funciones. Mientras mayor sea la dosis de alcohol, mayor es este efecto depresor. Cuando el consumo de alcohol es crónico se puede producir un deterioro y una severa pérdida de la memoria.
Cuando las mujeres embarazadas consumen elevadas cantidades de alcohol corren un alto riesgo de que el bebé nazca con lo que se conoce como el síndrome de alcohol fetal. Esta condición es la principal causante de defectos al nacer. Entre estos defectos figuran retardación mental, un bajo peso al nacer y un desarrollo lento, problemas visuales, de audición y del corazón, un pobre tono muscular y una cabeza de tamaño pequeño.
Algunos bebés expuestos al alcohol durante el periodo de desarrollo fetal no desarrollan el síndrome de alcohol fetal pero desarrollan una condición conocida como efecto fetal del alcohol que se caracteriza por problemas de conducta, incapacidad para desarrollar el pensamiento abstracto y dificultad para prestar atención.
El alcohol puede ocasionar que algunas vitaminas no se absorban bien lo que puede causar malnutrición aunque la persona coma normalmente. Más aún, las personas dependientes del alcohol tienden a perder el apetito. Su fuente principal de calorías muchas veces termina siendo el alcohol. Esto hace que no se alimenten adecuadamente lo que causa un problema de malnutrición aún mayor. El alcohol también causa irritación del tracto gastrointestinal y desgaste de la capa protectora del estómago. Con esto se producen náuseas, vómitos y en algunos casos, sangrado.
El hígado es otro de los órganos afectados por el alcohol. En las primeras etapas el consumo crónico de alcohol causa acumulación de grasa en el hígado. En algunos casos esto puede progresar hasta convertirse en hepatitis, la cual inflama el hígado y causa la muerte de células hepáticas. En otros casos puede desarrollarse cirrosis, la cual se caracteriza por la sustitución del tejido normal del hígado por tejido cicatrizal. Cuando esto sucede el hígado no puede llevar a cabo eficientemente su labor de procesar las toxinas produciéndose una intoxicación de la sangre que puede, incluso, causar la muerte.
El consumo crónico de alcohol también puede afectar al corazón, causar el cese de la menstruación en las mujeres e impotencia en los hombres. También aumenta el riesgo de varios tipos de cáncer como el de colon, laringe, hígado y esófago.
El alcohol y el cerebro de los adolescentes
El cerebro de los adolescentes, que no está totalmente desarrollado, puede sufrir daños aún más severos que el de los adultos. Existe evidencia de que la corteza cerebral y el hipocampo de los adolescentes que consumen alcohol sufren daños significativos. El hipocampo es una de las más importantes regiones del cerebro relacionadas con la memoria. Experimentos llevados a cabo con ratas sugieren que en los cerebros jóvenes, aún no completamente desarrollados como el de los adolescentes, el daño causado por el alcohol a la corteza cerebral puede ser más del doble del sufrido por el cerebro de los adultos. La corteza cerebral es la región del cerebro donde se llevan a cabo la mayor parte de las funciones de alto nivel del cerebro, entre ellas el habla.
Agrava la situación el hecho de que una de las regiones afectadas por el alcohol es el lóbulo frontal del cerebro. Durante la adolescencia estas regiones, que tienen a cargo el control de impulsos y la planificación de nuestras acciones, pasan por grandes cambios y sus conexiones se modifican a medida que el o la adolescente aprende las diversas destrezas relacionadas con la toma de decisiones. El consumo de alcohol en la adolescencia afecta estas regiones que son esenciales para el autocontrol, de modo tal que hace más fácil que se llegue al alcoholismo. De hecho, se estima que el 40 por ciento de las personas que comienzan a beber antes de los quince años de edad se convertirán en dependientes del alcohol en algún momento de su vida. Esta es una proporción alrededor de cuatro veces mayor que la de las personas que comienzan a beber al llegar a los 21 años de edad.